Shiquititas

Dos veces he contratado el sexo servicio de Verónica Lanz. La primera vez fue hace mucho tiempo, cuando apenas me había, y creo que ella también, adentrado en el ambiente escort. En esa época uno contrataba a las chicas a través de la página de ZD. Recuerdo que cuando tocó a la habitación y le abrí la puerta, llamó mi atención que Vero se estaba sosteniendo con una mano en la pared. Era evidente que había llegado con unos tragos encima. Lejos de molestarme me pareció excitante.

Han pasado muchos años después de aquel día. No obstante, conservo en mi mente la imagen del perfecto cuerpo (o la cuerpa, dicen las feministas) de Verónica Lanz cuando la tenía de perrito; la sensación de su hermoso trasero rebotar a cada una de las líbidas embestidas propinadas por mi inconcluso deseo. Recuerdo haber querido emular una clásica escena porno en la que al penetrar a la actriz el semental se recorre un poco de ladito para abrir un perfil visual y que la cámara logre filmar claramente la comunión entre ambos órganos sexuales. Al intentar hacerlo Vero volteó enojada e interrumpió el coito. Le había dolido mucho esa maniobra. De inmediato le pedí disculpas y la seguí penetrando de forma suave, delicada y lenta. A veces el porno no tiene nada que ver con la realidad. Y es que el sexo de Vero se sentía estrecho y delicado. Y bueno, de eso hace ya muchos años.

La segunda ocasión que la vi fue poco antes de la pandemia, en 2020. Los dos habíamos cambiado mucho. Ninguna de las chicas a las que tenía pensado contratar estaba disponible. No quise arriesgar mi noche contratando a una desconocida, así que recurrí a mi lista personal de escorts. Todos tenemos una lista: fruto de los fracasos y las victorias en el mundo de la putería. Después de la primera experiencia Vero se ganó un lugar especial. Sobra decirlo: ella posee una sensualidad natural, una sensualidad, siempre lo he pensado, que se asemeja al mundo de la fantasía. Para mí, Verónica Lanz es la Jessica Rabbit (espero que alguien la recuerde) del mundo escort.

Llegó con un conjunto de lencería negra. Cuando la vi entrar supe que de cierta manera ella ya no era la misma. Había pasado por una transformación estético-quirúrgica. Le comenté que ya había estado con ella años atrás, que la veía deslumbrante y sensual aunque algo distinta de como la recordaba.

–De hecho antes estaba mejor, me dijo. Al parecer su reciente cirugía había sido influenciada por sus amigas, quienes competían por tener el culo más grande en el ambiente.

Luego del preludio comenzamos a acariciarnos y toquetearnos. Ella se abalanzó al centro de mi cuerpo y comenzó a masturbarme. No quise esperar más tiempo y le pedí penetrarla de inmediato. Estrictamente quería aprovechar la hora completa en coger, sólo en coger. Al ponerla en cuatro comencé a embestirla con movimientos suaves para luego pasar a choques duros. De pronto, la magia terminó: las fuertes embestidas le ocasionaban un dolor agudo en la cintura y en la parte baja de la espalda. En efecto, la intervención quirúrgica a la que fue sometida le había dejado secuelas. Tuvimos que pasar al modo soft. A pesar de que lo estábamos haciendo de forma suave pude notar una molestia en su semblante. Supe que no podía seguir en esa posición así que mejor le propuse terminar en sus pechos. Me dijo que ella podía seguir pero la verdad es que ya no resultaba placentera esa situación.

Para seguir y terminar con la primera faena, Vero se colocó boca arriba y comencé a masturbarme con sus senos, alternando en momentos con su boca. Una vez que llegué al clímax de excitación tomé sus dos pechos y los froté en mi sexo. Tras explotar, mi líquido escurrió de sus senos hasta bifurcarse en su cuello y llegar a sus hombros y espalda. Me levanté de inmediato, tomé los kleenex cortesía del hotel y la limpié.

Luego de una breve charla intermedia le pedí una segunda relación. Ella accedió sin excusas. De inmediato comenzó a hacerme un violento sexo oral. Escupía abundantemente mi sexo para provocar la erección. Seguía sin parar, cada vez con mayor entusiasmo. Incluso su boca se había secado de tanto arrojar saliva. Sin embargo, no logró levantarlo. No pude conseguir la segunda erección. Sé que es una frase trillada pero en realidad “nunca me había pasado”. El hecho de haberla visto con su dolencia en la espalda mató mi deseo por cogerla de nuevo. Mi mente clamaba por fornicarla pero mi cuerpo no reaccionó. Al final le dije que no siguiera, que no lo lograría.

Hoy en día al ver las fotografías de Vero no doy crédito de haber estado con una mujer así. Ella conserva la sensualidad de siempre, la sensualidad de Jessica Rabbit, sólo que ahora con un toque de mayor elegancia y sofisticación. Por lo menos una vez en nuestras vidas todos deberíamos de darnos la oportunidad de estar con una mujer como ella.

Información de Veronica Lanz Escort