Aquella tarde me instalé en el Hotel Harare. Pedí una habitación para desocupar el mismo día. No había pensado en nadie en especial, solo quería darle gusto al gusto. Una vez instalado salí a comprar todo lo necesario para el encuentro. A un costado del metro Villa de Cortés vi un OXXO.
Por lo menos unas seis prostitutas chambeaban sobre la acera. Otro tanto esperaba afuera del hotel Condesa.
Me sorprendió ver chicas muy bonitas. La curiosidad me ganó y me acerqué a una y le pregunté por el precio de su servicio. Me dijo que cobraba 700 pesos más 300 por la habitación del hotel. Más adelante le pregunté a otro par de chicas. Más o menos me dijeron lo mismo.
Compré lo necesario y regresé al hotel
Al llegar a mi habitación me recosté sobre la cama y abrí mi agenda. Así llegué al perfil de KendraKush. La tenía en mi lista de escorts potenciales, en este caso gracias a la recomendación indirecta de un tuitero del gremio puteril. Cada vez menos me arriesgo a descubrir escorts. Casi siempre acudo a las recomendaciones certificadas.
Algo así decía el tuit donde la recomendaban:
“no busquen más compitas, KendraKush es un palo garantizado”.
Influencer de escorts
Las fotografías de su perfil dejaban ver un cuerpo bien formado. Menudita y proporcionada, así la recuerdo. Esa tarde le había mandado mensajes a otras escorts. Creo que a Sheybany y a Abril. Sin embargo, KendraKush fue la chica que contestó primero.
No tardó ni 5 minutos en regresarme un mensaje con la información de su servicio. Le pregunté si estaba disponible, que si podía atenderme en el Harare. De inmediato dijo que sí. Me pidió la fotografía de la llave con el número de la habitación, un trámite de rutina.
Le envié la foto, con el inconveniente de que la tarjeta llave del Harare no tiene número. Ni siquiera lleva un distintivo. El número de la habitación viene impreso en el ticket de pago. Eso le dije a KendraKush. Así que solo le mandé la foto de la tarjeta inserta en el interruptor de ahorro de energía que hay en la entrada de la habitación.
Dijo que llegaba en 10 minutos
Una vez que aceptó el servicio le pregunté cuánto tardaría. Que llegaba en 10 minutos, me dijo. Servicio express. Ni las pizzas llegan tan rápido. Al parecer andaba por la zona.
La recepción me anunció su llegada. Esta vez no quise esperarla adentro. Salí al pasillo y la esperé en la entrada de la habitación. Quise tener otro tipo de contacto visual, no la tradicional vista por la mirilla de la puerta. La divisé a lo lejos cuando salía del elevador.
Vi a una mujer de estatura pequeña. Llevaba una blusa corta que exhibía unos brazos torneados y senos pequeños. Pantalón de mezclilla holgado que no daba información sobre los atributos principales de su cuerpo. KendraKush es una mujer de edad a la que podría clasificarse de MILF. De voz ronca y actitud firme, sin ser grosera.
Al entrar a la habitación dejó sus cosas y sacó un par de trajecitos cachondones. Uno rojo y otro negro. Me gustó el negro. Sin duda, ese color le favorecía por el color de su piel y cabello. No me equivoqué en la elección.
Se desnudó enfrente de mí y se puso el conjunto. Se quitó los zapatos y los remplazó por unos tacones negros. Estaba lista y yo desesperado.
Me invitó a acostarnos sobre la cama. Preguntó si quería poner algo de música. Nos comenzamos a acariciar.
La última escort con la que estuve había sido Alba de la Milpa. Una mujer hermosa de 1.72 cm de altura. A KendraKush le calculo 1.52 cm, unos 20 centímetros menos. Noté de inmediato la abismal diferencia de tamaño.
Al intentar besarla obtuve una respuesta moderada. Algunos besos de piquito acompañados, eso sí, de uno que otro roce húmedo de lenguas.
Antes de ponerme el condón me comenzó a masturbar. Se pasó viendo mi miembro, como pensando si lo chuparía. Finalmente se acercó y le dio varios lengüetazos, al tiempo que yo le hacía una coleta a su cabellera para verle el rostro.
Me puso el condón y comenzó a mamármela.
Así duró varios minutos. A pesar de su estatura y rostro pequeño, KendraKush engullía completito mi miembro.
Le dije que me lo escupiera
La sacó del fondo de su garganta y soltó un flujo abundante de saliva. Solo abrió la boca y dejó caer la saliva acumulada. ¡Qué escena tan sucia y excitante!
Luego de ver salir toda esa baba de la boca de mi anfitriona y estancarse en mi pubis hasta formar un diminuto charco, KendraKush se recostó y abrió las piernas. Tomó la iniciativa para que la penetrara de misionero. Mi verga entró con tal facilidad cual cuchillo caliente a través de la mantequilla.
Estuvimos un rato así. Ella me decía que así, que así. Que así siguiera y que no parara. Con ternura me abrazó acariciando mi espalda.
La puse en cuatro
Le hice a un lado la tanguita y la comencé a penetrar. El centro de su cuerpo se veía muy mojado. Seguramente por efecto del manantial de saliva que había dejado caer. Me encantó verla y sentirla en esa posición. Qué cómodo y placentero es coger con una mujer chiquita. La fuerza que uno imprime a las embestidas llegan a cimbrar todo su cuerpo.
Después de todo este episodio logramos llegar a ese momento en el que la compenetración de los cuerpos es perfecta. Uno puede sentir cómo el vínculo de la conexión sexual eriza cada poro de la piel. Uno quiere seguir y nunca parar.
De pronto, el teléfono de KendraKush comienza a sonar. No para, insiste una y otra vez. Seguramente se trataba de una llamada urgente porque me dijo que debía contestar. ¿Pueden imaginarlo? Justo en el momento de mayor excitación me pidió parar. Rompió el encantamiento. El sentido de frustración es tan particular que no encuentro equivalente para elaborar una metáfora.
Se levanta y corre a contestar.
Con la pistola durísima me quedé tendido sobre la cama. Creí que regresaría pronto y me compensaría por el exabrupto. Sin embargo, luego de algunos minutos no vi que hiciera el intento por regresar. Comencé a sentirme frustrado por un momento. Ella seguía atendiendo el teléfono, mandando mensajes, texteando sin interrupciones ni distracciones. Para evitar que me bajara la erección tuve que comenzar a masturbarme.
No quise, no debía esperarla
Me tomé el legítimo derecho de ir, por lo menos, a fajonearla. Volví a pensar: seguro es una llamada urgente, una emergencia que debe atender. Muchas escorts tienen pareja, algunas son mamás o sencillamente tienen otro tipo de ocupaciones prioritarias. Ahora recuerdo que a finales del año pasado, mientras me la cogía de perrito, una escort le enviaba mensajes a su pareja. Carajo qué situación tan incómoda. Pero tampoco me iba a esperar a que terminara de atender a su marido.
Entonces me acerqué y comencé a tocarle las nalgas. No obstante, ella seguía concentrada en el teléfono.
De pronto, tal cual salvaje primitivo hombre de las cavernas, le hice a un lado la tanga y la penetré de una estocada. Ensimismada en el teléfono, KendraKush solo gimió. Para entonces ya no importaba que siguiera contestando el chat.
Poco a poco la comencé a penetrar con más vigor. Esa escena me resulta graciosa porque hubo un momento en el que le costaba trabajo escribir los mensajes ante los embistes desesperados que le propiné.
Por fin soltó el teléfono
Lo que sucedió después fue una serie de metidas que recordaré por mucho tiempo. Me sorprendió que haya aguantado. No decía nada. La penetré con severidad y contundencia sin que ella opusiera resistencia. La intensidad con la que la embestí me hizo recordar cuando estuve con Daphne Baldini, no por el perro culazo de la colombiana, sino por la fuerza sobrenatural que tuve que imprimir para apenas cimbrar esas nalgotas.
Todo enjorobado y con mis manos asiendo su cintura, le dije a KendraKush que camináramos hacia el lavabo para coger de frente al espejo. Pasito a pasito nos fuimos, con mucho cuidado de no separarnos. Allí la volví a penetrar con todas mis fuerzas, esta vez sosteniéndola de su cabello.
Para nuestra sorpresa, además del espejo frente al lavabo, había otro espejo en la parte lateral. De modo que tuvimos dos perspectivas. El perfil derecho de KendraKush se veía increíble: traje de lencería negro, tacones altos, un cabello cobrizo rosando su espalda y un culo paradito recibiendo con ansiedad cada metida de mi verga. De frente, un bello rostro con los labios pintados expresando aquellas muecas de placer que tiran entre el dolor y el júbilo.
Así la recuerdo mientras me venía adentro de ella, embistiéndola en decrescendo hasta sacar la última gota de mi residuo libidinal.
Durante la plática de despedida me dijo que había estado rudo. Me sentí un poco apenado por su comentario. Por lo menos tenía un mes sin hacer el delicioso. Todo mi deseo sexual lo recibió ella. Hice catarsis con el cuerpo petite de KendraKush.
La forma tan arrebatada de cogérmela hizo que ella misma me pidiera una propina. “Y es que estuvo rudo”, me dijo.
Finalmente nos dimos un baño juntos y nos despedimos. Bajé a recepción y entregué la llave de la habitación.
Se había hecho de noche.
Salí del Harare. A la vuelta, sobre Calzada de Tlalpan, una larga fila de autos esperaban su turno para elegir a una de las cariñosas.