“He estado con un enano. Y con un negro con el pito chiquito. Una vez un japonés me quiso pagar 18 mil varos para que le mamara el culo. Creo que son de las cosas más extrañas que he hecho. Una pareja me pagó para que me desnudara frente a ellos. No me cogieron. Solo se masturbaron y se vinieron”.
Selita
Me respondió Selita mientras tumbada en la cama veía al techo de la habitación. Acabábamos de aventarnos el segundo palo.
Selita ha sido la primera escort a la que he contratado por dos horas. También ha sido la escort con la que he estado más tiempo en mi vida. Adicional a las dos horas de servicio, mi “putita” se quedó conmigo otras dos horas. Más de cuatro horas encerrados en la habitación del hotel Montreal. Puedo jurar que solo fue una. No sé, tal vez media hora, apenas un instante. No podía creer que a menos de 15 minutos para que se cumpliera la segunda hora apenas habíamos cogido una vez.
El perfil de Selita lo encontré en la página azul de OnlyFans. Me sorprendió saber que daba servicios presenciales. No pude resistirme. A pesar de que mantiene un perfil bajo en sus redes sociales, uno sabe que el perfil es genuino. Creo que con el tiempo uno aprende a distinguir las estafas.
Nos vimos en el Montreal
Camino a la habitación de un hotel de paso uno siempre encuentra sorpresas. Una vez en el elevador del Villas Patriotismo me encontré a la escort brasileña más hermosa que he visto en mi vida. Por supuesto, le hice la plática y le pedí información. Creo que se llamaba Maia Bonita. En otra ocasión vi a un señor de edad avanzada salir del elevador con un travesti. Recuerdo que de un encuentro fortuito por los pasillos del Montreal pude conocer a la famosa Gloriella, la mujer squirt. Ahora, solo los gemidos lastimeros que traspasan los muros de las habitaciones me acompañaron hasta el final del pasillo.
Llegué temprano a la cita
Quise estar presentable para las dos horas con Selita. Me di un baño a conciencia y rocié perfume sobre mi pecho y cuello. Aquella tarde sentí una peculiar excitación al saber que estaría dos horas con una puta. Que no habría prisas, que habría oportunidad para experimentar todo aquello que la limitante del tiempo no permite.
Una vez listo, meditabundo, esperé sentado sobre uno de los cómodos sillones de piel sintética. Noté que en los espejos laterales de la habitación podían distinguirse las marcas dactilares de un par manos. Dos marcas de la mano perfectamente impresas. Así como las de aquella famosa escena de Titanic, cuando Leonardo DiCaprio y Kate Winslet follan en el automóvil. La marca de la mano de Rose quedó impregnada para la posteridad. Dicen que a la fecha la marca sigue vigente.
Llaman a la habitación
Tocaron un par de veces. Abro la puerta y Selita me saluda con un beso en la mejilla. Deja sus cosas sobre el tocador y entra al baño a lavarse los dientes.
Llevaba puesto un outfit casual y elegante. Sus enormes tacones delataban su oficio de prestadora de servicios sexuales profesionales. Además de su evidente belleza, sentí a una chica amable y atenta. Me decía que ya se reunía conmigo, que le faltaba poco.
Tras terminar con el ritual de asepsia se acercó hacia mí y se sentó sobre la cama. Platicamos unos minutos, me dijo que no fuera tímido y que me sentara a lado de ella. Selita tiene una energía sexual particular. Invita al sexo de tan solo verla. No pude resistir y la besé de inmediato. Amo ese momento de violenta transición cuando de la presentación civilizada se pasa a las caricias y luego a los besos, y luego al fajoneo. En una relación normal este acercamiento puede llevar varias semanas, además de una importante inversión de tiempo y dinero. Estar con una escort permite esta transgresión a las normas sociales del cortejo.
Los besos atascados ya no fueron suficiente, así que comencé a toquetearle la cintura y los muslos. Le pedí que se pusiera de pie para que, sin dejar de besarla, le sujetara las nalgas con mis dos manos. Pude sentir unas nalgas tersas, magras, de pocas carnes, pero con el volumen suficiente para escuchar el choque de la palma de mi mano derecha tras meterle un par de nalgadas.
Para desnudarla tuve que retirar el nudo de su cinturón. Al liberarla de las ataduras, la desnudez de Selita solo quedó protegida por una tanguita y un brasier negros. En ese momento la habitación se iluminó con el brillo de una piel morena bronceada, dicho resplandor lo emanaba un delgado cuerpo de curvas sensualmente estilizadas.
Thigh gap
Venero la complexión delgada del cuerpo femenino. Así que tuve que arrodillarme frente a la sensual delgadez del cuerpo de Selita. Postrado ante ella, la despojé de la tanga negra y el brasier que cubría sus pequeños pechos de pezones negro amarronado. A leguas se veía que dichas prendas estaban hechas para seducir. La textura y el encaje no mienten. Pocas chicas que trabajan de escort llevan lencería fina a los servicios.
Algo que debo destacar del cuerpo anti-renacentista de Selita es el arco que se forma entre sus muslos. Me hipnotizó. Solo las chicas flaquitas logran tener esta característica estética. Tampoco es común encontrarla en las escorts. Creo que en inglés le llaman thigh gap. El hueco entre sus muslos estaba coronado por un pequeño triangulo de vello púbico trazado quirúrgicamente. Lo acaricié suavemente con mi índice y anular.
Se acomodó una almohada en la espalda
No podía esperar más tiempo, le dije que ya me la quería coger. Entonces me puso el preservativo y la comencé a penetrar. Viéndonos fijamente a los ojos una y otra vez ella me repetía: “soy tu putita, soy tu putita, soy tu putita”. A cada embestida yo le respondía: “Mi puta hermosa… No mames estás bien rica.”
Le pedí se pusiera en cuatro. La penetré despacito. Para someterla le sujeté el cabello con mi mano izquierda. Lo hice mal porque Selita me dijo que la estaba lastimando. La solté un poco y ella misma se acomodó. Finalmente tomé las riendas de su cabello y la penetré una y otra vez hasta consumir todo mi deseo sexual.
Una copa de vino
Antes de volvernos a acostar y disfrutar del pos-sexo (no sé si exista esa palabra), Selita me preguntó si me gustaba el vino. Para mi asombro, de su mochila sacó una botella. Me sentí muy halagado en ese momento. Había sido el regalo de uno de sus clientes. Buscó los vasos que por lo regular dejan en el tocador, solo que en esta ocasión no había nada. Así que marqué al restaurante y pedí un par de vasos. Brindamos por la vida.
Pasaban las cuatro de la tarde
Me preguntó si tenía hambre. Antes de llegar al hotel yo ya había comido. Nada más pedimos comida para uno. Selita no traía nada en el estómago.
Echados en la cama me platicó sobre la simbología del tatuaje que lleva en su pecho y de otras cuestiones oníricas y de experiencias de vida. Creo que las escorts son chicas que por su experiencia llegan a cultivar una sabiduría de vida. Y es que por la forma de tener sexo uno puede conocer a las personas bastante bien.
De un momento a otro me di cuenta de que si quería cogérmela otra vez teníamos que hacerlo antes de que llegara la comida. No lo sé de cierto, pero dicen que es malo coger con el estómago lleno.
Tuve que tomar la iniciativa. Volví a fijarme en la hermosa silueta que comienza desde su vientre hasta los muslos. Bastó con ver unos segundos el centro de su cuerpo para que me volviera a invadir el arrebato sexual que sentí cuando la vi desnuda por primera vez.
Antes de pedirle la segunda relación le comencé a acariciar las piernas. Despacito comencé a recorrer su cintura y luego a descender hasta sus muslos. Acerqué mi rostro a su pecho y nos dimos un fuerte abrazo. Además del impulso sexual me maravilló sentir una energía afable, cordial, una energía positiva, una suerte de bienestar espiritual, una bella vibra como la que emana cuando abrazas a un ser querido.
Se acostó boca abajo y hasta el hartazgo le besé el cuello y la espalda. Me sorprendió saber que a Selita le excitaba el masaje de mi lengua recorriendo los flancos derecho e izquierdo de su cuello. Dijo que continuara, que no parara. Al mismo tiempo le frotaba mi verga en sus nalguitas y con mi pulgar el masajeaba el culito. Con esa secuencia continué hasta terminar. Me vine en su espalda.
Poco antes de que llegara la comida, Selita corrió un poco la cortina y abrió la ventana. Solo traía puesta la tanguita negra. Ver la fotografía de su cuerpo es una de las imágenes de sensualidad que me acompañara para toda la vida. La vi más hermosa que cuando llegó. La luz de la tarde bañó su rostro y reveló los matices de su belleza, aquellos detalles que la luz artificial de la habitación de un hotel de paso no pueden revelar. Me convertí en un atento espectador de sus pechos desnudos, de su cabellera suelta y enredada, de su singular estilo y porte al aspirar la profunda bocanada de aire fresco. Esta escena me recordó un poco la experiencia que tuve con Antonella años atrás, cuando después de coger como locos mi hermosa colombiana se levantó a fumar un cigarro mirando al horizonte desde la ventana de este mismo hotel.
La despedida
Antes de abandonar la habitación me mostró un video de su teléfono. Me enseñó una escena porno que filmó para OnlyFans. El video demoró algunos segundos en cargar. Entretanto me platicaba sobre las colaboraciones que ha hecho para esa plataforma. Una vez cargado el video pude mirar cómo dos chicas se besaban y fajoneaban sin control. Sin retirar la mirada del celular y con una risa pícara, Selita solo me dijo: “me comí su culito”. Adelantó paulatinamente el video para que pudiera ver un poquito de toda la escena porno.
Antes de terminar de verlo la notificación del Uber interrumpió la escena. Tomamos nuestras cosas y dejamos la habitación. Bajando las escaleras del hotel Selita se detiene y me da un beso de despedida.
Nuestros caminos se bifurcaron: ella salió por la puerta principal del Montreal; yo me dirigí a la recepción para entregar la llave. “Dejo la habitación 209”, dije. Pasé la llave a través del mostrador y me retiré. Luego de abrir la pesada puerta de cristal sentí el golpe de la brisa fría de la tarde. El aguacero era inminente.
Camino a casa me quedé pensando en los besos y en la sensual belleza de Selita. Cuando uno pasa varias horas con una mujer en la intimidad llegan a construirse ciertos lazos afectivos, incluso puede llegar a sentirse amor y cariño. Sin embargo, en este ambiente uno aprende a desbaratar toda muestra de afecto y a practicar el olvido.
Al final estuvimos más de cuatro horas en una oscura y perversa habitación del hotel Montreal.
Información de Selita Escort
Escort | Selita, Lilo sin Stitch |
@lili027364 | |
OnlyFans | @selitasuu99 |
Hotel | Montreal |
Fecha | Julio de 2023 |