Cuando uno comienza a contrartar escorts debe de contar con un mínimo de referencias. De lo contrario, una alta expectativa sexual puede devenir en una mala experiencia. Algunas pueden ser tan malas que uno busca olvidarlas lo más pronto posible. Así fue en mi caso, aunque con el paso del tiempo las malas experiencias ayudan a forjar un buen juicio antes de elegir.
En el primer servicio me engañaron. En lugar de llegar la súper modelo anunciada en la página de mexicobaires, a mi habitación llegó una señora, nada agraciada. Al entrar me pidió de inmediato su dinero. Una estafa total. Por la calentura tuve que solaparla. La segunda chica fue una escort argentina, también de esa página, oriunda de Rosario. Eso sí, hermosa y con un culo perfecto. Aunque no permitía besos y, debo decirlo, no olía agradable. Sin embargo, mi suerte cambió cuando conocí a Alina.
Alina solía anunciarse en el sitio de Zona Divas. Después de leer los relatos y las recomendaciones en el mítico foro de esa página, supe que no podía equivocarme con ella. Servicio garantizado, un must, afirmaban las reseñas de la comunidad. Debía estar seguro porque ella sería la escort en la que más dinero gastaría. En aquellas fechas su arancel rondaba en los $2500 pesos.
Marqué a su número. Me dio la información precisa de sus servicios. La tarifa, los hoteles y el tipo de servicio:
“relaciones vaginales ilimitadas durante una hora, besos, caricias, trato de novios, mi amor”
Alina
Hoy en día esa información suena trillada cuando las escorts te la mandan por whats. Pero créanme que cuando la escuchas por teléfono, con un acento cachondón, te produce una agradable sensación, incluso llega a dar la pauta para tomar el servicio aunque no haya sido tu primera opción. Cuando las redes sociales no eran populares las chicas sudamericanas transmitían la información de viva voz.
Luego de salir de la oficina me dirigí al hotel Villas Patriotismo. No lo conocía, ahora sé que no necesita presentación. Acudí a ese reciento putero porque Alina sólo atendía en un par de hoteles. Instalado, volví a marcarle para confirmar la cita y darle el número de la habitación. “Llego en 30 minutos mi amor”, dijo.
Escucho un taconeo. Llega a la habitación
Tocan a la puerta y entra una mujer de senos pequeños, tez morena clara, envuelta en un vestido entallado que delineaba una diminuta cintura; en contraste, un culo enorme. Portaba unos lentes de armazón negro que la hacían ver interesante y letrada, detalles nimios para el fin que uno busca. Además noté que de su sonrisa sobresalían unos brackets.
Durante la presentación hablamos poco, casi nada, al grado de no recordar si ella es colombiana o venezolana. Alina no me lo permitió. Apenas dejó sus cosas se acercó a la cama y comenzó a besarme. Me acariciaba el cuello y me besaba con pasión.
Ese momento no puedo olvidarlo porque fue la primera vez que besé a una chica desconocida, a una mujer que jamás había visto en mi vida. Y más aún, sus besos no eran normales. Cuando ella se detenía yo sólo le rogaba en voz baja y con los ojos cerrados: “Por favor sigue, sigue”. Esto nunca me había pasado al contratar a una puta. Supe por primera vez lo que significaba experimentar un verdadero servicio de escort.
Luego de besarnos me bajó el pantalón y comenzó a hacerme sexo oral. Primero, el trato fue gentil. Después llegué a sentir un poco de dolor en el miembro, un dolor placentero que me arrancaba pequeños gemidos de dolor.
Conforme pasaban los minutos el atisbo de dolor pasó a convertirse en un dolor agudo. El movimiento brusco de su boca hacía que el metal de sus brackets aprisionara y frotara fuertemente mi verga. Llegué a pensar que me cortaría. Me estaba lastimando. Llegó a morderme tan fuerte que comencé a sentir una sensación extraña, una suerte de dolor agudo con placer o, viceversa, un placer agudo con dolor, no sé. Pronto mis gemidos se convirtieron en llanto, literalmente estaba llorando. Quiero pensar que Alina no se dio cuenta o por contrario al escucharme llorar ella se excitaba cada vez más. Me dolía mucho pero yo no quería que parara. Fue jodidamente placentero.
Luego de este preludio sadomasoquista noté que mi miembro estaba mucho más firme de lo normal. Sentía mi verga en extremo rígida, con una vena en medio del tronco que parecía a punto de estallar. Tan rápido como pude me coloqué el condón y comencé a penetrarla con un vigor inusual.
Hicimos todas las posiciones que se nos ocurrieron
No hubo plática intermedia, no hubo una segunda relación. Pasamos la hora completa cogiendo sin parar. No podía venirme, me sentía muy excitado. Ver el culo de Alina me puso a mil. Incluso llegó un momento en el que me dijo que ya tenía que terminar, que ya nos habíamos pasado de la hora. Eso me dijo, montada sobre mí mientras que al penetrarla sostenía con mis dos manos sus nalgas y con mi boca le mamaba sus pequeños senos.
Ante el anuncio de su inminente partida tuve que acelerar el movimiento de las penetraciones. Ella se sentía muy húmeda, escurría. De pronto, Alina se me acerca al oído y comienza a hablarme con ese tono sucio y perverso que a uno le sale cuando está fuera de sí por la excitación. Ese tono que sale cuando sueltas una voz con la dentadura cerrada, apretando los dientes. Alina me cabroneaba, me decía que quería sentir mis huevos duros mientras me venía.
No pude resistir más frente a esa orden y estallé.
Al bajarse de mí, entre risas, me dice que literal, cuando los hombres eyaculan las chicas sienten cómo los huevos se les ponen bien duros.
Mientras yo estaba tumbado sobre la cama, todavía viendo estrellitas, ella comenzó a prepararse para partir. Observé con placer la forma en que volvía a ponerse su lencería, su brasier, su vestido. El modo en que cepillaba su cabello y repintaba sus labios.
Antes de decir adiós nos volvimos a besar y a tocar. Me felicitó, me dijo que la había dejado con las patitas temblando.
Después de varios años vuelvo a recordar a Alina. Al día de hoy continúa activa en la Ciudad de México. A veces me pregunto que ha sido de su vida. Muchos años han pasado y ella sigue dedicada a este mundo. Supongo que decidió dedicarse a este oficio como un estilo de vida.
A diferencia de otras chicas ella mantiene un perfil discreto en redes sociales.