Liah la Villanita, encuentro y desencuentro

liah la villanita escort cdmx

Llegué al restaurante del Villas Patriotismo y pedí una cerveza. Aquella noche había pensado en tres mujeres. Liah la Villanita figuraba entre ellas. Les mandé mensaje para solicitar la información del servicio. Dejé al azar el destino de aquella noche.

Liah fue la primera en responder. Por whats me envió la información precisa sobre sus servicios. Desde hace tiempo ella es una referencia en el ambiente escort. A pesar de que goza de una mala reputación, un tanto polémica, supe que debía asumir el riesgo. Sin duda, esta decisión fue motivada por el efecto del alcohol.

La literatura que relata las experiencias con escorts dice que Liah la Villanita es una chica difícil en el trato con los clientes. Pero bueno, llega un momento en la vida en que uno quiere cogerse a una de las mujeres más buenas que haya visto en las redes sociales. Mi momento había llegado.

Liah la villanita escort

Para confirmar la cita me pidió que le enviara una foto con el número de la habitación. No podía creerlo, finalmente conocería a Liah la Villana, la famosa escort venezolana, la instagramer y tiktoker con uno de los cuerpos más increíbles que uno podrá ver en la vida, dije antes de terminarme la última cerveza.

Liah la villanita llega a la habitación

La recepción del hotel no anunció su llegada, tal y como dicta el protocolo. Abro la puerta y Liah entra a la habitación. Me saluda con un besito en la mejilla. Lo primero que observo es el outfit que lleva puesto: un short cortito de mezclilla, una playera blanca ajustada y tenis. Un atuendo, por cierto, lejano a la imagen de elegancia que suele proyectar en sus redes sociales.

La Liah que entró a mi habitación aquella noche lucía discreta, no por ello menos hermosa y escultural. Quedé impactado.

El trato fue difícil al principio. Llegó con una actitud seria, distante, a un paso de caer en la arrogancia. Para evitar que el encuentro se convirtiera en un desastre, en una mala experiencia, tuve que hacer un esfuerzo por agradarle; poner en práctica mis dotes caballerescos para hacer que mi “invitada” se sintiera cómoda, halagada y segura.

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Debo de confesar que su actitud cuasi despectiva despertó en mi mente una extraña excitación que no había sentido antes. Este encuentro no sería como los demás. Esta noche se trataría de un juego sexual, como el que vemos en las películas porno cuando la chica rechaza las insinuaciones sexuales de su pretendiente. Aunque al final todos sabemos que la escena evolucionará en una memorable y sucia cogida. Al menos así lo quise imaginar.

Comencé a romper el hielo rozándole apenas sus brazos, le acariciaba discretamente sus manos, diciéndole en voz baja lo rico que olía, alabando la suavidad de su piel y la finura de los pliegues de su rostro. En todo momento tuve cuidado de no abalanzarme súbitamente para besar el escultural culazo que presume en las redes sociales. Debí de controlarme para no arrojarme a chupar sus enormes y suculentos pechos. Poco a poco ella iba cediendo. Su mirada desdeñosa de vez en cuando esbozaba una sonrisa.

Por accidente apreté un poco uno de sus senos. Reaccionó, algo molesta, apretándome uno de los míos. Sólo me dijo que lo hiciera con más suavidad.

Ambos desnudos nos subimos a la cama

Me pidió que me recostara. Como un perito experimentado comenzó a inspeccionar mi miembro. Lo tomó con suavidad, lo observó de arriba a abajo; acercó lentamente su nariz para olerlo. Ante tal actitud pensé que me colocaría el forro para hacerme sexo oral. Me equivoqué, había pasado la prueba. Liah se acomoda a la cama y comienza a mamarlo con pasión. Lo chupaba a un ritmo lento para luego alternar con movimientos acelerados.

En mi delirio sexual yo sólo alcanzaba a acariciarle las piernas, sus pies, sus nalgas. Recogía su cabello para despejar su rostro y ver cómo engullía mi miembro hasta su garganta.

Luego de unos minutos ella se detuvo y me puso el condón. Se pone de pie sobre la cama, abre las piernas, sujeta mi pene y lo acomoda en el centro de su cuerpo. Comienza a montarme.

Una y otra vez se daba sentones firmes. Mis manos acariciaban sus enormes nalgas, besé sus pechos cuyos pezones golpeaban mi frente y rozaban los pómulos de mi rostro. No pude aguantar más y estallé en esa posición. Me sentía muy excitado. En el mundo escort Liah es un símbolo sexual. Estar con ella aceleró más de la cuenta mi umbral de excitación.

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Durante la charla intermedia le pregunté si tenía novio. En ese momento ella me dijo que no le interesaban los asuntos amorosos. Salía de vez en cuando con alguien. Al parecer tenía un suggar daddy. Poco a poco comenzó a platicarme más sobre ella. Podría decir que llegamos a tener una charla amena. Al menos fue lo que pensé.

Le pregunté si podíamos seguir cogiendo. Asintió, aunque me dejó en claro que sólo lo hacía porque le había caído bien. De inmediato me levanté a la ducha. Justo cuando me estaba secando escuché un ritmo reguetonero al fondo de la habitación.

A salir del baño veo a Liah en posición de perrito, agitando su hermoso-inmenso-escultural culo al ritmo de un cachondo perreo callejero. Del encuentro, ese fue el único momento en que la vi sonreír de manera genuina. Con un espectáculo así uno puede perder la razón, uno se vuelve una piltrafa humana, sin voluntad propia. Esa escena me sedujo, me atrapó, me hizo imaginar los más bajos pensamientos, de eso se trata, ¿no?

Me acerco y acaricio su hermoso culo. Es un espectáculo admirar ese trasero agitarse. Lo besé, lo acaricié, froté mi rostro, todo como si el mundo fuera a terminar esa noche, como si jamás la volviera a ver, como si mi existencia dependiera de ello. Mi verga clamaba penetrarla, no podía esperar. Subí a la cama y me puse el condón.

Comencé a follarla con furia y descontrol. Ella en cuatro y yo de rodillas, la embestía sin darle cuartel, a cada arremetida ella gemía delicioso, con un tono de dolor y placer.

Cambiamos de posición

Le pedí recostarse y puse sus piernas sobre mis hombros: la penetré con más severidad pensando en que cada embestida sería un castigo por la actitud altiva que había mostrado al principio, que era una forma de reprenderla por su falta de atención. Esa fue la fantasía que pasaba por mi cabeza.

Volvimos a cambiar de posición. Me montó de espaldas regalándome el paisaje de su delicada figura que culminaba en un par de esculturales nalgas. Yo seguía excitado, no podía venirme, no podía estallar aún.

De pronto sucedió algo inédito: Liah se levanta y dice que ya… c’est fini, que el tiempo había terminado. WTF ! No daba crédito, dicho de forma elegante: me dejó con la leche adentro. El rostro altivo y la actitud esquiva volvieron a resurgir. Me quedé sin palabras, resignado y frustrado, por supuesto. Ya había leído algo sobre ese asunto. Poco antes de la hora acordada Liah se convierte en un robot. Como si la hubieran programado para actuar sólo por 60 minutos. El carruaje se convierte en una calabaza luego de la hora.

Para evitar que aquello cuajara en un queso tuve que recurrir a la antigua técnica de la masturbación. Luego de pagar por una de las chicas más caras del medio tuve que terminar por mano propia. Ironías de la vida.

Con todo, Liah la Villanita, sí, debo de admitirlo, es una de las mujeres más hermosas, imponentes y esculturales con las que he tenido un intercambio carnal. A pesar de su actitud, creo que un punto a su favor, al menos para mi, es que aceptó una segunda relación.

Liah toma sus cosas y se despide con un beso en la mejilla.

Luego de dar a conocer este relato en redes sociales, Liah me escribió por Twitter. Me reclamó por escribir “estas tonterías”. No le contesté el mensaje. Ella me bloqueó.

Información Liah la villanita

Escortliah la villanita
Twitter@liahvillana
TikTok@liah_laoriginal
HotelVillas Patriotismo
Fecha2013 ca.