Yoseline, la diosa del amor. Parte 1

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En 2017 intenté concertar una cita con Yoseline, un par de meses después del terremoto. Quise citarla en el Roma Amor, pero no aceptó. Al parecer sabía de buenas fuentes que los cimientos del edificio estaban dañados. Por seguridad no iba a ese hotel, me dijo. No volví a buscarla.

Debieron transcurrir más de cuatro años para conocer a la leyenda, a la famosa diosa del amor de la mítica página de MéxicoBaires, calificativos que le atribuyen su séquito de fieles seguidores. Un terremoto y una pandemia tuvieron que pasar para conocer a Yoseline, la primera escort que contraté después de estar más de un año en estricto confinamiento. Luego de recibir mi vacuna no podía negarme más a ese placer.

Maestra del sexo, ninfómana, bisexual, puta, sencilla y sofisticada. Norteña, rubia, alta, ojos claros y con las zonas del placer color rosa. Yoseline es una escort que ha dedicado gran parte de su vida al negocio de la putería, al oficio profesional de hacer “el delicioso”. Entre sus aventuras, Yoseline cuenta que una vez conoció, a través de la página de México Baires, al mismísimo Slash de Guns N’ Roses.

Nos vimos a las 9 de la noche en el Villas Patriotismo. Me comentó que estaba cerca de la zona, al parecer tiene un trabajo paralelo al de escort: agente de ventas. Supongo que debe ser buena porque básicamente ese negocio consiste en dominar el arte de las relaciones públicas. Ella está sobre calificada.

Para confirmar la cita me pidió una foto del número de la habitación. Le envié por whats una fotografía con el 204. Llegaría en 15 minutos, eso dijo y así fue.

Casi había olvidado la emoción que produce el momento previo a la llegada de una escort a tu puerta. Las expectativas físicas que uno se hace de la chica se concentran en el rostro y obviamente en el cuerpo. En tiempos de pandemia el uso del cubrebocas todavía le agrega una capa más de suspenso.

Al quitarse el cubrebocas la belleza de Yoseline iluminó la habitación

De inmediato pidió permiso para echarse un baño. Nunca dejó de hablar, siempre mantuvo una charla, quiso hacer más llevadera la espera. Yo sólo ponía atención a la hermosa silueta que asomaba a través del cancel de la ducha.

Termina, seca su cuerpo y se pone el “traje de loba”, una prenda de una sola pieza cuyas nalgas las dividía una tanga de color rojo.

Por mi parte no me gusta recibir a las chicas sólo con una toalla encima. Después de bañarme vuelvo a vestirme por completo. Para ellas esto puede crear una falsa sensación de no estar aliñado. Pero no es así. Creo que uno no debe saltarse ningún paso de la seducción. Parte de la fantasía es quitarnos la ropa mutuamente al ritmo de un faje descontrolado. Además, creo que desvestir a los clientes debería de ser parte del set de habilidades esenciales de cualquier chica escort.

Lamentablemente no siempre es así. Al verme vestido Yoseline me invitó a que me desvistiera. Dijo que quería verme desnudo. Al tenerla frente a mi, sólo envuelta en su “traje de loba”, no me quedó más remedio que obedecerla. Tras un breve faje me preguntó cómo me gustaba: “quieres que te la mame con condón o sin condón”. Le pedí un felatio al natural.

No cabe duda que todos contamos con una marca propia que distingue nuestra individualidad. El performance en el acto sexual es la actividad que expresa la singularidad por excelencia. Nunca había estado con una chica tan verbal en el sexo como Yoseline. No paraba de hablarme en tono cachondón, me preguntaba qué es lo que quería, cómo me la iba a coger, fantaseaba al decirme que yo era su jefecito. Que por favor no la despidiera, que quería un ascenso de trabajo. Que por esa noche sería su putita, que le pidiera lo que quisiera.

Le ordené que me la siguiera mamando, que lo hiciera bien o la despediría de inmediato. Le dije que me la escupiera. Así lo hizo, un par de veces.

Pedí a mi subordinada se pusiera en posición de sesenta y nueve. Sus largos tacones pasaron a un lado de mi rostro. Besé sus nalgas varias veces para después nalguearla con severidad. Ella sólo respondía con gemidos y algunas palabras sin sentido en tono de placer y sumisión.

No podía esperar más tiempo para follarla. Le ordené ponerse en cuatro. Me gustó la manera profesional en que lo hizo, ofreciendo el culo paradito con las piernas abiertas y el rostro bien plantado en la cama. Su cuerpo trazaba una pendiente interminable que iniciaba el descenso desde el pináculo de sus nalgas; bajaba por una diminuta cintura que inauguraba el largo recorrido por una tersa espalda pletórica de lunares, pecas y manchas de nacimiento; desembocaba en una larga cabellera desaliñada por el faje previo; hasta culminar en un rostro angelical todo embadurnado de bilé rojo por los besos atascados que nos dimos.

El pretzel

Después de follar por un rato, Yoseline demostró el porqué es una maestra del sexo. Que yo recuerde nunca había hecho la posición que me propuso. Me pidió que cambiáramos. Se recostó sobre la cama y puso una pierna encima de mí. Giró un poco de lado su cuerpo y me pidió que se la metiera hasta adentro. Al indagar un poco en el asunto supe que a esa posición le llaman el pretzel. Fue durante ese entrecruzamiento de piernas que mi deseo sexual fue consumido.

Luego de unos segundos de silencio comenzamos a charlar. Me invitó a participar en una albercada. Nunca he estado en una. Creo que eso es mucho para mí, eso no se lleva conmigo. No obstante, le confesé mi ferviente deseo de hacer un trío: Mujer-Hombre-Mujer. De inmediato me dijo que tenía una amiga con la que se acoplaba muy bien para ese tipo de encargo sexual. Mencionó a Camilah, una chica norteña, delgada, de ojos claros y con una reputación a la par que la de ella.

Hablamos sobre el oficio de escort y lo peligroso en que se había convertido en los últimos años.

El tiempo transcurría deprisa; la recta final de esta fantasía era inminente. Me levanté a ducharme para volvérmela a coger. Al regresar noté que Yoseline yacía sobre la cama, sólo me estaba esperando. Me recosté a un lado de ella y la comencé a manosear. Chupé hasta saciarme esos deliciosos senos con pezones en forma de chupón. Dijo que habían adoptado esa forma por las incalculables mamadas de sus clientes. Me dio mucha risa cuando la escuché decirlo. Y cómo no culparlos, cuando uno tiene esas glándulas mamarias enfrente por justicia tiene que mamarlas hasta el hartazgo. Me pareció simpática la forma en la que hablaba de las partes íntimas de su cuerpo, sin pudor, como si hablara de un brazo o de una pierna.

Al tiempo de chupar sus tetas hundía mi dedo medio en su vagina, la comencé a estimular lentamente. La humedad en el centro de su cuerpo escurría en pequeños torrentes de libido. Gemía.

Me preguntó si ya estaba listo. Al voltear noté que podíamos comenzar un nuevo episodio sexual. Me puso el forro de inmediato. Para este capítulo abandonamos la fantasía sexual de la secretaria y el jefe. Ahora la narrativa versaba sobre el trío que en el futuro haríamos con su amiga, paisana y colega.

— ¿Cómo te vas a coger a Camilah?
— Se la voy a meter por el culo, le dije.
— Y a mi cómo me vas coger…

Empezamos con la tradicional posición de misionero. Después me levante y ella se colocó sobre el filo de la cama. Abrí sus piernas y la comencé a penetrar. Recuerdo que Yoseline estaba mojadísima. Los embistes emitían ese singular sonido vaginal que invita a no parar. Al ver la contracción de su cuerpo, luego de venirse, aumenté el ritmo y la intensidad de mis arremetidas.

No todo era miel sobre hojuelas; después del placer puede venir el dolor. Sentí de pronto un calambre a la altura de mi costilla derecha, cada vez con mayor intensidad. Intenté respirar profundamente para controlar mi congoja pero no disminuía. Estuve a punto de tirarme en la cama y dejar que ella me montara hasta terminar. Pero en lugar de renunciar le pedí a Yoseline que se pusiera en cuatro. El cambio de posición calmó el dolor además de darme un golpe de vigor. Duré mucho tiempo cogiéndola así. Ella sólo decía que era bien puta, que me la cogiera, gemía.

De esa escena recuerdo la faena por la que pasé para mantener esa postura. Al ser una chica alta, tenerla en cuatro me exigía ponerme de puntitas para embestirla plenamente.

Si bien el calambre había desaparecido, el cansancio comenzaba a cobrarme la factura por la inactividad del confinamiento. Para continuar con mis movimientos tuve que colocar mi mano en la cintura afín de dar el apoyo e impulso necesarios a las arremetidas. Finalmente llegó ese calambre placentero al centro de mi cuerpo. Salí de Yoseline y me tumbé a la cama. Pensé que la noche había terminado pero no fue así.

Para mi sorpresa disfruté de la compañía de Yoseline por una hora más. Sí, una hora más. Algo inaudito. Los dos desnudos echados sobre la cama sólo platicando. Se quedó porque quiso.

Finalmente, antes de que saliera de la habitación le comenté que la buscaría para concertar el siguiente encuentro: mi primer trío en la vida. Después de esta primera experiencia me sentí en confianza para pedirle ser parte de mi próxima fantasía.

Información Yoseline escort

EscortYoseline
MexicoBaires.comYoseline
HotelVillas Patriotismo
Fecha2021