La primera vez que llegué al perfil de Daphne Baldini no daba crédito. De eso hace varios años. El tiempo ha transcurrido y hoy es una modelo famosa. Ha salido en la portada de El Gráfico y en diferentes revistas. En días recientes hasta estuvo en la Expo Sexo. También tenía un canal de Youtube.
Acordamos vernos a las 8 de la noche. Antes de pagar el hotel le marqué de nuevo para confirmar la cita y comunicarle el número de la habitación. Esa noche no tenía un plan B, sólo quería conocerla a ella. A la Baldini, a la modelo colombiana del monumental culo y las perfectas cejas tatuadas.
A diferencia de las escorts nacionales, las que en su mayoría trabajan por el whats o twitter, gran parte de las escorts extranjeras brindan los informes y agendan las citas por teléfono. Incluso algunas europeas (sobre todo las de europa del este) hacen el esfuerzo por hablar en español. En lo personal prefiero acordar y pedir informes por teléfono. Uno puede darse un poco cuenta de la personalidad de la escort y del posible trato que podrías recibir. Además es música para los oídos escuchar de su propia voz los detalles del servicio. Incluso ellas mismas pueden hacerse una idea del tipo de cliente al que van a atender.
Daphne Baldini toca a la habitación. Abro de inmediato
Ya la esperaba al otro lado de la puerta. No hace falta que lo vuelva a repetir pero ese momento previo al primer contacto cara a cara es harto excitante, enigmático. Aunque a veces puede ser decepcionante cuando no llega a quien esperabas (solo un par de veces tuve esa mala fortuna).
Abro y me recibe con una enorme sonrisa y un beso en la mejilla. Pasa y contonea las caderas. En automático enfoco la atención en sus nalgas. Llegó con un vestido negro de una sola pieza, sin accesorios, súper entallado, casi apunto de reventar. Parecía que no traía ropa interior y, en efecto, no traía nada como después pude comprobar.
Luego de una breve presentación, Daphne Baldini me comentó que estaba apunto de cancelar la cita. Fue un sábado y ese día ella ya no quería trabajar. Decidió aceptar el servicio porque la manera (educada) en la que le había pedido verla le inspiró confianza. Los buenos modales al pedir las cosas, aunque vayas a pagar por ello, importan mucho. El respeto y la educación importan, ya lo decía Mr Wolf en Pulp Fiction.
Le pedí empezar a copular lo antes posible. No quería perder tiempo. Ella asiente y me pide que la desnude. Comienza a bajarse el cierre del vestido por la espalda y se detiene en la cintura. Me dice que lo demás me corresponde. Y sí, ella no podría habérselo quitado sin ayuda. Me hinco frente a ella y me da la espalda. Con mis dos manos bajo el vestido que opone resistencia ante esas nalgas que me piden cogerlas.
Ya desnuda se sube al filo de la cama, se coloca en cuatro y yo, de pie, la comienzo a penetrar. Inicié despacio y suave, contemplando la belleza y la dimensión de ese monumental culo. Primero se lo acaricié, sentí la suave textura de la piel, lo firme de sus formas.
Tras subir el ritmo del coito, ella me pidió que la embistiera más fuerte. “Más fuerte, más fuerte…”. Al principio lo pedía, luego lo ordenaba. Cómo negar lo excitante que resultó que Daphne Baldini me ordenara de forma grosera, casi insultante, que le rompiera el culo sin piedad.
La misma inercia de la situación me llevó a nalguearla con severidad una y otra vez. Estaba a punto de llegar al orgasmo. Vuelvo a recordar aquella noche y pienso que fue una fantasía cumplida: en cada embiste me esforzaba cada vez más en romperle el culo a la chica que ha aparecido en la portada de El Gráfico; la chica que apenas hace unos días fue el centro del deseo en la feria de Expo Sexo y Erotismo.
Después de varios minutos intenté venirme sobre sus nalgas pero para mi frustración y vergüenza no pude. Prácticamente a milisegundos antes de estallar intenté quitarme el condón. El grado de excitación hizo que mis manos se volvieran torpes. El condón estaba tan apretado que no pude retirarlo a tiempo. Volví a penetrarla y estallé dentro de ella.
Durante el intermedio platicamos sobre tonterías. Por la personalidad de Daphne uno puede darse cuenta de que es un desmadre. Justo como ella se autodefine: “intensa, sangre colombiana con un toque de irreverencia”.
Le pedí aventarnos otro
Ella lo pensó, observó su reloj y dijo que teníamos alrededor de diez minutos, que nos diéramos prisa. Incluso me preguntó que si lo podría lograr.
Poco trabajo cuesta levantar la virilidad teniendo a Daphne Baldini en la habitación de un hotel. De hecho, no pocos lo han de hacer viéndola en revistas o en twitter. Yo no, yo la tenía desnuda frente a mi. Hicimos varias posiciones. Todas a un ritmo desenfrenado, no por el tiempo sino por la ebullición de la calentura. Finalmente coloqué sus piernas a mis hombros y tras los últimos embistes exploté con un alarido.
El siguiente momento me pareció muy simpático porque Daphne comenzó a celebrar el que haya podido vernirme, hasta me pidió chocar “los cinco” contra mi mano para felicitarme. “Bien… lo logramos”, dijo. ¡Qué hermosa!
Se metió a duchar y después comenzó a vestirse. Llamó mi atención el trabajo que le costó ponerse el vestido. Sobre todo cuando lo bajó hasta su enorme culo. No es por exagerar pero el vestido apenas le entró. Qué sexy se veía su silueta.
Estuvo unos minutos extra en la habitación, esperando su próxima cita para cumplir la fantasía de otro afortunado, de otra persona que ha encontrado al contratar escorts un estilo de vida.